Antes de navidad, con ocasión de un viaje académico, tuve la oportunidad de charlar amigablemente con un gerente de hospital sobre la “falta de médicosâ€. Ante mi precisión de que lo que faltan no son médicos sino especialistas, me respondió ¿y no es lo mismo? Claro que no, le respondÃ. Igual que tengo que decirle a José Manuel Pingarrón, catedrático de QuÃmica AnalÃtica de la Complutense madrileña, metido ahora a Secretario General de Universidades del Ministerio de Ciencia. Aparte de mezclar la supuesta â€falta de médicos†con la huelga de los residentes del 12 de Octubre, parece desconocer la diferencia entre graduados y especialistas.
Y es que una cosa son los médicos graduados y otra los médicos especialistas. No niego que falten médicos especialistas, sà que afirmo (como muchos otros) que sobran graduados. Y sobran porque no pueden hacerse especialistas. En la actualidad, hay cerca de 4.000 graduados (españoles y/o que han estudiado en España) que no obtienen plaza MIR para especializarse. Y esta cifra está subiendo año tras año porque el exceso de graduados no es compensado por los tÃmidos aumentos de plazas MIR. El estudio demográfico de la OMC publicado el año pasado lo refleja muy bien. Yo mismo he llevado también estos datos, modestamente, a foros internacionales, como el artÃculo recientemente publicado en MedEdPublish. Más de 12.000 graduados presentados al MIR 2018, 6.500 y pico nuevos residentes y cerca de 4.000 (españoles) excluÃdos.
Para 2019, el asunto no mejora a pesar de las más de 300 nuevas acreditaciones de unidades docentes, ya que volveremos a tener alrededor de 13.000 presentados para 6.751 plazas.
¿Qué se puede hacer? Lo primero, planificar. Misión de ambos ministerios, Sanidad con su registro de especialistas y Educación con el numerus clausus. Aquà es donde Pingarrón tiene que ponerse las pilas. Según el artÃculo 44 de la Ley Orgánica de Universidades, “El Gobierno, previo acuerdo de la Conferencia General de PolÃtica Universitaria podrá … establecer lÃmites máximos de admisión de estudiantes en los estudios de que se trate. Dichos lÃmites afectarán al conjunto de las universidades públicas y privadasâ€. Y también, el artÃculo 27 bis, en lo que hace a la “planificación, ….sobre la programación general y plurianual de la enseñanza universitaria …â€. Lo difÃcil es tener la mayorÃa en la Conferencia General de PolÃtica Universitaria, pero esto no es óbice para no hacer nada. El Gobierno debe gobernar. Una de dos, o aumentan las plazas de MIR o disminuyen las de graduados. Lo que no puede ser es formar graduados que no pueden especializarse, esto es claramente un fraude. No creemos una nueva figura, la de MGSTO (médico graduado sin tÃtulo de especialista).
Ya hace tiempo que mi querido Alvaro Sánchez León, entonces periodista en Diario Médico en los años de mi Presidencia de los Decanos de Medicina, publicó el célebre artÃculo titulado “Hacia el oro mundial en pupitre por habitante†(Diario Médico, n.º 3726, 30 de septiembre de 2008), muy usado después, aunque se desconozca la fuente original. Todo lo escrito ahà se ha demostrado cierto 10 años después. DecÃa Alvaro “Si todo progresa como en el último curso y Ciencia e Innovación no pone el freno de mano, en cinco años España podrÃa tener más de diez facultades nuevas y una oferta formativa universitaria anual de más de 7.000 plazas, que son las recomendadas por los expertos en recursos humanos sanitarios. Pero, ¿y si después son demasiados los médicos titulados que se preparan en el paÃs? ¿Y si a estos licenciados se suman los que vendrán de fuera de España? ¿Volverán los contratos basura, las sustituciones de por vida y las pésimas condiciones laborales al SNS?â€. No es que hayan vuelto, es que nunca se han ido.
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